Con los sentimientos a flor de piel, con agua salada en
las mejillas de muchos, con más apego si cabe a la vida que nunca. Rechazando
cualquier tipo de violencia, que, aunque debamos intentar comprender nunca
cabrá justificación, es necesario recordar que, también en París, dentro de
unos días volverá a hablarse de vida.
La cumbre del clima que se va a celebrar en París, tendrá
como epicentro la vida, pero no la de algunos, ni siquiera de ciertas zonas o
países, se debatirá sobre el futuro de la vida en este planeta.
Porque es eso lo que está en juego. Nunca como hasta
ahora ha tenido la especie humana tanto poder en tan pocas manos, nunca como
hasta ahora, la vida cotidiana de cualquiera de nosotros ha determinado tanto
la vida de los que tendrán que venir.
Un ciudadano medio español consume tres veces más
recursos naturales al año de lo que el medio es capaz de reponer. Si la
población mundial viviese al mismo ritmo de consumo y destrucción, la Tierra
tendría menos esperanza de vida que la mayoría de nosotros.
El tiempo de los tratamientos preventivos acabo antes de
que llegase Kyoto, el tiempo de los tratamientos paliativos estuvo en Río. Se
acabo andarnos con paños calientes, el número y la gravedad de los síntomas
obligan a actuar.
El cambio climático no es el problema ni el fin último, el verdadero reto es nuestra propia
supervivencia.
Los responsables institucionales deben ser, en primer
lugar, honestos, y reconocer que el consumo de combustibles fósiles, la sobreexplotación de acuíferos, la desertizacion, la pérdida de masa polar, el
aumento de la temperatura, la desaparición de masa forestal, la extinción de
especies, está teniendo ya consecuencias que escapan a nuestro control, y la
espiral es nefasta, cruel, destrustiva, Autodestructiva.
La adopción de medidas globales coordinadas e imperativas
que reviertan la tendencia es imprescindible. Nueva normativa ambiental,
fiscalidad verde, educación, nueva política energética, asumir la
innecesariedad del crecimiento incesante, el control supranacional de capitales
son medidas inaplazables.
París como cuna de la vida futura.
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